"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;" 2 Pedro 1:19

lunes, 13 de junio de 2016

ORACIÓN DÉBIL, DIOS GRANDE

“Bendito sea Dios, Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.” 
Salmos 66:20.
Bendito sea Dios, que tu alabanza se escuche en los cielos, que tu acción de gracias traspase las nubes, que todos sepan que Dios es bendito, porque siendo Dios te ha escuchado.  Ha habido momentos en que nos hemos encontrado en profundos fosos, donde sólo hemos oído el eco de nuestros propios gemidos.  Nuestro clamor fue tan débil que nadie podía oírnos, sin embargo Dios lo escuchó, y pudiendo habernos ignorado, nos socorrió.
Nuestra salvación es del Señor, ya que si bien la oración sale de nuestros labios, Él bien pudiera hacer oídos sordos y dejar que suframos las consecuencias de nuestra propia rebeldía, sin embargo Él no hizo a un lado de sí mismo nuestra oración.
Él podría habernos escuchado, pero dejar que su justicia nos alcanzara y que tuviéramos lo que merecíamos.  Sin embargo, Él tuvo misericordia.
¡Bendito sea Dios porque no ignoró mi clamor, y porque en muchas ocasiones, en vez de aplicarme justicia, tuvo de mi misericordia!!!

Estoy seguro que hoy puedes gritar conmigo ¡BENDITO SEA DIOS…!!!

lunes, 6 de junio de 2016

ROMANOS 9:13 ELECCIÓN Y AMOR

“A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” Romanos 9:13
La gran provisión del amor de Dios con el que cuentan los hijos de Dios es algo maravilloso.  Si realmente conociéramos al Dios Santo, Santo, Santo y nos conociéramos a nosotros mismos, veríamos que el amor de Dios hacia nosotros es inexplicable. 
No hay cosa de mayor provecho que un cristiano pueda hacer cada día de su vida, sino tratar de medir la altura, la profundidad, la anchura y la longitud de este amor tan grande del cual somos objeto. 
Este amor tan grande no te puede dejar indiferente, porque, ¿en qué te diferencias de aquellos pobres hombres y mujeres que viven lejos de Dios con sus caras marcadas por el dolor, con sus ojos hundidos por la desesperanza, con sus corazones endurecidos como piedra a causa de su propio pecado?  ¿No podrías estar perfectamente entre sus filas sin tener nada que cuestionar al respecto?  ¿No podrías ser como Esaú que no apreció la bendición de su padre y la cambió por un plato de lentejas?  Sin embargo el amor de Dios se ha levantado como una montaña delante de ti para protegerte, para guardar tu camino.
Este amor tan grande, que no responde a ningún mérito propio, que no responde a nada especial en mí, me hace estremecer.  Que el Dios eterno, en la eternidad me haya escogido sin atender a mi conducta (porque aunque yo aún no nacía, él conocía ya mi corazón y mi conducta).  Él sabía que yo le rechazaría muchas veces antes de ser seducido por su gran amor.  Que yo daría coces como un caballo, rechazando su Evangelio.  Él sabía que yo huiría de Él, aunque sólo quiso siempre abrazarme, amarme con amor eterno y prolongar sus misericordias sobre mí.
Entiendo que haya aborrecido a Esaú, lo que no entiendo es que haya amado a Jacob.  Entiendo que Dios aborrezca al pecador, lo que no entiendo es que me ame a mí de la manera que lo hace, siendo que yo también soy pecador.
El amor tan grande de Dios el Padre hecho carne, es Jesucristo el Señor.  Nuestro Salvador es la muestra más grande de amor que alguien pueda dar.
Aún no comprendo tanto amor, pero saber que este Dios Justo y Santo me ama así, sólo me hace estremecer y querer serle fiel, viviendo solamente para Él.


Fernando García O.