"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;" 2 Pedro 1:19

miércoles, 10 de mayo de 2017

DEVOCIONAL DIARIO

"Envió su palabra, y los sanó,Y los libró de su ruina."  Salmos 107:20


¡Cuánta necedad ha habido en nuestras vidas! El recuerdo de nuestros errores muchas veces nos abruma, y viene a ser una carga insoportable.  ¡Cuánto no hemos pecado contra nuestro Dios!  Muchas veces fuimos desobedientes a su Palabra y llevamos las consecuencias  (algunas nos persiguen hasta el día de hoy y permanecen como cicatrices en nosotros).  Tal vez nuestros pies se deslizaron hasta las puertas de la misma muerte eterna.  Pero ha sido tan grande la gracia de Dios, que nos ha dado salvación sin merecerla.  Que este Dios de amor se inclinó a nosotros, y escuchó nuestros débiles gemidos de dolor, en medio de la angustia, y nos socorrió. 
“Envió su palabra y los sanó”.  Cristo es la Palabra del Padre, el Verbo hecho carne (Juan 1:14).  Fue enviada para nuestra salud completa. La palabra salud en el ámbito teológico tiene las siguientes implicancias: Estado de gracia espiritual; Salvación del alma.  En ese sentido es usada la palabra salud en la Biblia Reina Valera de 1909, la misma que se tradujo salvación en la Reina Valera 1960. 
Cristo, el Verbo, fue enviado por el Padre para tu completa salud, salvación plena. 
“Y los libró de su ruina”.  La palabra ruina puede ser aplicada a lo económico, como también a lo físico, espiritual y moral.  Según la RAE RUINA significa: Caer o destruirse algo; pérdida grande de los bienes de fortuna; Destrozo, perdición, decadencia de una persona o de un grupo de ellas; restos de uno o más edificios arruinados. 
En cuanto a lo más importante de nuestra vida, nuestra alma (Mateo 16:26), el hombre sin Cristo siempre está en un estado de ruina, aunque por la abundancia de los bienes de este mundo el hombre no lo note. 
Pero Dios en su misericordia envió su palabra, Cristo, y nos sanó, y nos libró de grande ruina. 
¡Gracias a Dios por su don inefable! (2 Corintios 9:15)



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