"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;" 2 Pedro 1:19

jueves, 24 de septiembre de 2015

UNA IGLESIA VIVA - Tienes nombre de que vives

Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.”  Apocalipsis 3:1

Jesucristo le reprocha a la iglesia de Sardis que aparenta ser una iglesia viva, pero en realidad estaba muerta.  ¿Cómo se puede aparentar?  Aparentamos cuando por ejemplo, hacemos algo sólo fijándonos en la crítica de los hombres, en la impresión que vamos a dejar.  Es muy fácil granjearse una imagen ante los hombres y parecer algo que no somos.  Lo difícil es realmente ser, porque eso implica una obra en el interior.  Sólo Dios puede cambiar el corazón de un hombre y transformarlo.

Las obras muertas son obras de auto-justicia, y se le llaman obras “muertas” porque conducen a la muerte.  Son peligrosas porque nos engañan, nos hacen pensar que estamos en el camino correcto (Proverbios 14:12 y 16:25).

El que se cree justo, el que cree estar sirviendo a Dios (hasta Saulo pensaba que persiguiendo a los cristianos servía a Dios), se engaña a sí mismo si no tiene realmente a Cristo en su vida, si no ha reconocido sus pecados y los ha llevado a la cruz de Cristo.  El que se cree justo no conoce a Jesucristo, el único justo.  Dios es el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús.  Recordemos la parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18:10-14).  En esta parábola podemos ver con claridad qué es una obra muerta, y cuán perverso es el que se jacta de sus obras, despojando a Dios de toda gloria en él. 

Es importante que como creyentes nos preocupemos de nuestras obras.  Debe haber obras en nuestro caminar, pero si son muertas, es preferible que nos abstengamos, porque para el Señor una obra muerta es como “trapo de inmundicia” (Isaías 64:6).  Si no hemos sido lavados en la sangre de Cristo, todos nuestros actos buenos son sin valor, inútiles, vanos, y muertos.

La iglesia de Sardis tenía fama de ser una iglesia viva, activa, fructífera y próspera, pero sus obras eran muertas.  Es probable que muchos de sus miembros trabajaban en la obra de Dios sin siquiera haber nacido de nuevo.  Tal vez a sus predicadores nunca les había amanecido Cristo, quizás sus maestros no eran más que filósofos llenos de humanismo. 

La iglesia pentecostal en general, lleva un gran peso sobre sí en el nombre, ya que proviene de Pentecostés, el día en que el Espíritu Santo cayó sobre los discípulos y fueron llenos de Él.  Una iglesia viva es aquella que sirve a un Dios vivo. 

La sangre de Cristo es lo que necesitamos para limpiarnos de obras muertas (Hebreos 9:14).  Una obra muerta es aquella que no ha sido iniciada por Dios, y si no fue iniciada por Él no podemos esperar que Dios la respalde en ningún momento.  Es cualquier cosa hecha en el momento equivocado, o con el motivo equivocado (cualquier otro que no sea la Gloria de Dios).

Preguntas para la reflexión personal.

1.- ¿Se siente confiado en sus capacidades para servir a Dios?



2.- ¿Cuál es el motivo de su trabajo en la obra de Dios?

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