"Si alguna vez fallo en mantener mis resoluciones, cualquiera de ellas, sea porque peco o porque me pongo flojo, me propongo arrepentirme de todo lo que me acuerde una vez que reaccione."
Nuestro querido Jonathan Edwards, estaba tan consciente de ser un hombre común y corriente, sujeto a pasiones como cualquiera (Santiago 5:17), que estaba prevenido de que era muy probable que en algún momento fallara a estas decisiones que él mismo se había propuesto cumplir. Sabía que no era un superhombre, sabía que era un hombre débil y falible, ante Dios un simple vaso de barro.
Es importante que sepas tu debilidad, que reconozcas que nunca serás un superhombre o una supermujer. Pero sí es importante decidir algo: Si fallo, reconocerlo y arrepentirme para volver a tomar el camino extraviado.
Muchas veces, sólo vivimos, dejamos atrás cosas muy buenas que habían en nuestras vidas, y con facilidad olvidamos nuestras buenas intenciones y nuestros compromisos que tomamos alguna vez. Ya lo hiciste, tal vez ya dejaste el camino, tal vez ya pecaste, dejaste de hacer algo que era muy importante..., pero ya lo hiciste. Laméntate, porque sería una locura que te dijera que no importa.
Dejaste de hacer algo muy importante en tu vida, sólo porque fuiste negligente. Dejaste de servir a Dios tal vez como lo hacías antes y sería una locura que te dijera "no llores". Sólo alguien que no entiende lo corta que es la vida y lo importante de cada día y de cada pequeña decisión, puede mirar en poco estas fallas. Pero sí te digo una cosa: Luego de llorar lo suficiente, sécate las lágrimas y confía en Dios, que es tu ayudador. Hoy puedes retomar el camino, arrepentirte y volver a hacer lo que dejaste atrás, volver a sentir lo que sentías.
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