"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;" 2 Pedro 1:19
lunes, 3 de septiembre de 2018
lunes, 17 de julio de 2017
LO MÁS VALIOSO DEL MUNDO
"Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró." Mateo 13:44-46
Hay cosas que para algunas personas son muy atractivas y valiosas, sin embargo para otras personas, esas mismas cosas no les despiertan ningún interés.
El valor de las cosas generalmente es subjetivo, depende de lo que cada quien tenga en su corazón ("donde esté vuestro tesoro, ahí estará también vuestro corazón").
El oro, por ejemplo, no tiene ningún valor intrínseco. Una moneda sólo tiene valor porque nosotros, como sociedad, decidimos y confiamos que lo tiene.
Se dice que en el año 1973, mientra que Richard Nixon era Presidente de Estados Unidos, se decidió cortar toda relación entre el oro y el dolar americano, ya que no había suficiente oro en estados Unidos para respaldar la cantidad de dólares que se habían impreso. De ahí en adelante, todas las principales monedas son fiduciarias, esto significa que la ley es la que obliga a aceptarlas como pago, no porque estén hechas de algún material precioso, sino solo por una promesa.
¿Qué tiene valor para ti? ¿Qué es lo que consideras más precioso?
El llamado de Dios se dirige a la voluntad del hombre, sin embargo, la voluntad del hombre en su estado natural (sin el nuevo nacimiento) está atrofiada por el pecado, y no desea a Dios ("Y no queréis venir a mi, para que tengáis vida, Juan 5:40).
Ninguna persona desea a Dios naturalmente (No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios Romanos 3:11). La naturaleza pecaminosa del hombre mantiene su corazón inclinado hacia lo malo. No desea a Dios, sino que desea lo malo. No es totalmente libre, porque está inclinado al mal, a causa de su naturaleza pecaminosa.
Pero cuando Dios se revela al hombre en toda su gloria, lo que antes no le interesaba ahora cautiva su corazón. La tosca y tenebrosa cruz ahora es preciosa, las palabras que antes eran desagradables ahora son el Evangelio de Gracia y salvación.
"Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso;..." (1 Pedro 2:7).
La hermosura de Cristo que ahora podemos ver, hace que todo lo demás se vea opaco y pierda su valor, por lo tanto, estamos dispuestos a abandonarlo todo con tal de ganar a Cristo.
jueves, 6 de julio de 2017
DEVOCIONAL - Por una simple calabacera
El
enojo se ve como un elemento predominante en el carácter de Jonás. Cuando
Jonás se enoja con Dios porque no destruyó a Nínive, él dice algo así como
"yo sabía que no los ibas a destruir, por eso que no quería ir a
Nínive". Una de las cosas que provocan enojo y queja en nosotros es
cuando las cosas no salen como nosotros queremos o como pensamos que son
correctas, justas o lógicas.
Bueno, tal vez sea comprensible que se haya enojado por algo así, porque se vio comprometido su orgullo. Dios le mandó a decir algo que finalmente no ocurrió: la destrucción de Nínive. Pero parece absurdo que se haya enojado por una simple planta de calabazas. Ahora bien, no nos fijemos tanto en las supuestas causas del enojo, como en el pecado mismo del enojo. Cuando hay un pecado predominante en el carácter de una persona, la causa es lo de menos. Jonás podría arder en ira si se mancha la túnica con salsa de tomates mientras come fideos, o si se le cae el pan con mantequilla justo hacia abajo.
Ahora, tampoco seamos tan injustos con Jonás, y veamos la importancia de la calabacera en ese momento. Se encontraba en un lugar caluroso y con escasa sombra. Resulta que de pronto Dios hace aparecer una planta que le da suficiente sombra para sentirse aliviado del calor. Pero justo cuando se sentía tan aliviado de un calor probablemente sofocante (hoy hacen 46° en Mosul que es lo que era Nínive, sin nada de lluvia, bajisima humedad y un viento escaso), entonces se entiende un poco más el enojo de Jonás cuando de un momento a otro, la calabacera se seca. O sea, eso era lo grave del asunto. Súmale a eso, que además de las condiciones climáticas naturales del lugar, Dios preparó un viento solano (¿has estado en María Elena a las 3 de la tarde en Noviembre por ejemplo? Yo sí), es un viento caliente. El sol hirió la cabeza de Jonás (cap. 4 vs. 8), o sea que tuvo una quemadura.
Dios llamó la atención de Jonás con algo que era grave para él, y usó esa situación molesta e incómoda para hacerlo pensar en Nínive y sus habitantes. Si él se preocupó de que una simple calabacera se secara, acaso ¿Dios no se preocuparía de una ciudad llena de almas ignorantes y sin conocimiento espiritual?
Dios usó ese pecado o tendencia a la ira de Jonás para hacerle entender algo importante para su carácter, el desarrollo de su ministerio como profeta y su alma.
Bueno, tal vez sea comprensible que se haya enojado por algo así, porque se vio comprometido su orgullo. Dios le mandó a decir algo que finalmente no ocurrió: la destrucción de Nínive. Pero parece absurdo que se haya enojado por una simple planta de calabazas. Ahora bien, no nos fijemos tanto en las supuestas causas del enojo, como en el pecado mismo del enojo. Cuando hay un pecado predominante en el carácter de una persona, la causa es lo de menos. Jonás podría arder en ira si se mancha la túnica con salsa de tomates mientras come fideos, o si se le cae el pan con mantequilla justo hacia abajo.
Ahora, tampoco seamos tan injustos con Jonás, y veamos la importancia de la calabacera en ese momento. Se encontraba en un lugar caluroso y con escasa sombra. Resulta que de pronto Dios hace aparecer una planta que le da suficiente sombra para sentirse aliviado del calor. Pero justo cuando se sentía tan aliviado de un calor probablemente sofocante (hoy hacen 46° en Mosul que es lo que era Nínive, sin nada de lluvia, bajisima humedad y un viento escaso), entonces se entiende un poco más el enojo de Jonás cuando de un momento a otro, la calabacera se seca. O sea, eso era lo grave del asunto. Súmale a eso, que además de las condiciones climáticas naturales del lugar, Dios preparó un viento solano (¿has estado en María Elena a las 3 de la tarde en Noviembre por ejemplo? Yo sí), es un viento caliente. El sol hirió la cabeza de Jonás (cap. 4 vs. 8), o sea que tuvo una quemadura.
Dios llamó la atención de Jonás con algo que era grave para él, y usó esa situación molesta e incómoda para hacerlo pensar en Nínive y sus habitantes. Si él se preocupó de que una simple calabacera se secara, acaso ¿Dios no se preocuparía de una ciudad llena de almas ignorantes y sin conocimiento espiritual?
Dios usó ese pecado o tendencia a la ira de Jonás para hacerle entender algo importante para su carácter, el desarrollo de su ministerio como profeta y su alma.
miércoles, 21 de junio de 2017
DEVOCIONAL DIARIO - Perfume inimitable
“Como este incienso que harás, no os haréis otro según su composición; te será cosa sagrada para Jehová.” Éxodo 30:37
Este incienso al que se refiere nuestro texto de hoy era un compuesto de especias aromáticas, estacte (una resina), uña aromática (es el opérculo de los moluscos, esa especie de tapa que tienen los caracoles y los locos), gálbano aromático (gomorresina que sale de la raíz de una planta llamada gálbano) e incienso puro (vs. 34). Este perfume era preparado y consagrado para quemarlo en el altar del incienso. En las Escrituras, este incienso tipifica o representa la oración verdadera, es decir la que hacen los santos de Dios, los verdaderos creyentes (Ap. 5:8; Salmo 141:2). Como perfume es ante el Señor la oración de sus escogidos que claman a Él de día y de noche. La oración que mana de un corazón necesitado de Dios, un corazón quebrantado, al contrario de un corazón duro y soberbio, es agradable para nuestro buen Padre Celestial (Ezequiel 20:41). Note que los componentes del incienso del altar debían ser molidos en polvo fino. Esto nos habla de delicadeza y suavidad. Nuestra oración debe ser fuerte en el sentido de que debe ser constante y ferviente, pero debe brotar de un corazón humilde, derramado ante el Señor.Dios sabe distinguir entre la oración sincera y una oración fingida, porque Él conoce y examina constantemente nuestros corazones. No actuemos delante del Señor, seamos simples y honestos, porque estamos ante el Dios de toda carne, el Señor de toda la Tierra.Nadie puede falsear delante del Señor, Él lo conoce todo. Presentémonos ante Dios con certidumbre de fe, pero tal cual somos, a Él no podemos ocultarle nada en absoluto. Así que no intentemos hacer una imitación de este incienso puro y santo, Él nos ha dado la fe y con esa fe debemos dirigirnos ante el Señor.Acudamos al Señor con confianza, pero también con temor y reverencia.
martes, 20 de junio de 2017
DEVOCIONAL
"Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior
ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción santa." Génesis 30:25
El trabajo
encomendado por Dios a Moisés era confeccionar una diversidad de elementos que
serían utilizados en el culto a Dios.
Era el momento en que Dios estaba estableciendo la forma en que debía
ser adorado por los hombres. Él
estableció un lugar (el Tabernáculo) y también estableció un culto. Una de las cosas importantes ya que era lo
que habilitaba a los hombres que se encargarían de ministrar delante del Señor,
era el aceite de la santa unción. Vemos
que, como cada cosa que formaría parte del culto a Dios, debía ser
confeccionado de manera cuidadosa y de acuerdo a las instrucciones reveladas
por Dios. El aceite de la santa unción
era lo que se derramaba sobre los levitas y sacerdotes para consagrarlos para su
trabajo sagrado.
Esta aceite, resultaba
ser una especie de perfume, preparado con componentes específicos: mirra,
canela, cálamo, aceite de oliva (vs. 23-24).
Es un “superior ungüento”, es decir, un perfume de alta calidad,
superior a cualquier otro.
Pero este superior
ungüento, no es más que la representación del verdadero y superior perfume, el
verdadero aceite de la unción santa: El Santo Espíritu de Dios. En 1 Juan 2:20,
el autor dice a la iglesia que tiene la “unción del Santo”. Es decir que cada verdadero creyente, que
compone la Iglesia del Señor, tiene este perfume, tiene este aceite santo. Hoy en la iglesia, no hay levitas, ni
sacerdotes, pero sí labores y roles diferentes, según los dones que Dios mismo
ha repartido soberanamente, y para ejercer dichos dones, necesitamos la “unción
del Santo”. El Espíritu de Dios se ha
derramado sobre nosotros (Hch 2:33) y nos ha sellado para el día de la
redención (Ef. 4:30).
El Espíritu Santo
de Dios está en la iglesia, y vive en la iglesia, porque vive en cada
creyente. Dios nos ha dado de Su
Espíritu, sin el cual no podríamos conocer a Dios, porque es esta unción la que
nos guía a toda verdad y a toda justicia.Necesitamos que
este perfume verdadero siempre esté en nosotros, clamemos siempre a Dios para
ser llenos y totalmente controlados por este superior ungüento.
viernes, 9 de junio de 2017
DEVOCIONAL DIARIO
“Oye, hija, y mira, e inclina tu oído;
Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre;” Salmos 45:10
Este es el tierno llamado a una doncella escogida para que se ponga al servicio del Rey. La voz de Dios que inspira al salmista trata con delicadeza a esta doncella y le llama “hija”.
Esta muchacha escogida es la Iglesia. La iglesia es una doncella espiritual, una virgen que se desposa con el Rey. El matrimonio es una representación de la unión mística entre Cristo y la Iglesia, y así debemos verlo si queremos mantener la honra de éste. En el mandato que recibe esta doncella podemos ver una característica de la Iglesia y a la vez una orden a obedecer.
“Olvida a tu pueblo, y la casa de tu padre;” ¿Dónde vive la iglesia y quién es su padre? En términos naturales, la iglesia está compuesta por miembros de la raza humana, y como tal, vive en el mundo, en medio de la humanidad, inserta en una variedad de culturas y maneras de ver la vida. Ese es su pueblo: el mundo. La iglesia es llamada a olvidar su pueblo, es decir, a dejar el mundo, y apartarse de él. Esta es una separación espiritual más que física. Pedro lo explica muy bien con estas palabras: “baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías” (1 Pedro 4:3). Aún el pueblo de Israel tiene su origen en un pueblo idólatra (Ur de los caldeos, la tierra de Abraham). Así como el Señor le dijo a Abraham, “sal de tu tierra y de tu parentela”, le dice a esta doncella que es la Iglesia: “Olvida a tu pueblo, y la casa de tu padre”
También en términos naturales, el padre de esta doncella no es otro que Adán, ya que la iglesia es tomada de entre la humanidad. Por lo tanto la iglesia está conformada por pecadores, herederos de Adán, pero redimida, comprada por precio, rescatada de la esclavitud del pecado y puesta en honra, para ser unida a su Redentor, el Rey de Reyes.
Somos parte de la Iglesia, y el llamado de Dios en este salmo sigue resonando cada vez que un pecador es llamado al conocimiento de Cristo, cada vez que alguien es regenerado por el Espíritu Santo, cada vez que alguien es llamado al arrepentimiento y a la fe en Cristo. Lo primero que el Señor nos dijo cuando volvimos a nacer y pudimos oír la tierna voz del Salvador es : “Olvida a tu pueblo, y la casa de tu padre”.
jueves, 1 de junio de 2017
DEVOCIONAL DIARIO
He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y
les revelaré abundancia de paz y de verdad. Jeremías 33:6
El hombre, en su terquedad, muchas veces hace algo que no tiene caso, se
empeña en algo de lo cual no sacará ningún resultado, como quien intenta
traspasar una pared sólida. Por causa de
su obstinación y rebeldía, se empeña en ir contra la voluntad de Dios, con una
esperanza falsa alimentada por su propio corazón, porque prefiere intentar
salirse con la suya, antes que asumir que se ha equivocado y tener que
humillarse y arrepentirse. Pero no hay
cosa más necia que esa. El obstinado
sufre “la pena que merece su delito” (Himno 386, “Llegar quiero a la cima del
collado”), no sacará otro resultado. Lo
maravilloso de este texto, es que da esperanza que si el hombre por fin se
rinde, y deja de luchar contra Dios, tendrá paz, una paz que jamás ha
experimentado, una paz abundante.
Dice el Señor que traerá sanidad y medicina ¿Cómo? En Isaías 53:5 nos habla del sacrificio de
Cristo, el siervo sufriente, que se entrega a sí mismo a la muerte, a fin de
dar vida a todos los que creen en su Nombre.
Él fue herido por causa de tu rebelión, fue molido por causa de tus
pecados, recibió el castigo que te tocaba a ti para que tengas paz. A través de su sufrimiento y dolor nosotros
tuvimos sanidad, una sanidad que va más allá de toda sanidad física, se trata
de las llagas supurantes que te ha causado el pecado. El mismo profeta Isaías
dice acerca del pecador sin Cristo que “no hay en él cosa sana, sino herida,
hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con
aceite” (Is. 1:6). El pecador sin Cristo,
permanece en un estado lamentable. Pero
muchas veces también el creyente puede estar en un estado lamentable, al
permanecer en rebeldía ante Dios. Pero
en Cristo tendrá “sanidad y medicina”.
Dios promete a aquellos que se acercan tan solo por la fe en Él, no solo
sanidad y medicina sino “abundancia de paz y de verdad.
Podemos distinguir dos tipos de paz:
En primer lugar, aquella paz interior, esa tranquilidad del alma que
anhelan todos los que son afligidos por cualquier clase de angustia. Esa paz del alma la alcanzan aquellos que
viéndose afligidos por sus propios pecados, acuden al Salvador porque no han
hallado nada más que pueda satisfacerles.
En segundo lugar, aquella paz que acuerdan dos enemigos, la tregua, el
alto al fuego. El hombre sin Cristo es
enemigo de Dios, el rebelde está huyendo de Dios y da “coces contra el
aguijón”. Nunca estará tranquilo porque
está en estado de declarada rebelión contra Dios. Pero cuando por fin se rinde en sus intentos
de hacer su propia voluntad, se arrepiente y se somete al señorío de Cristo, es
lavado por la sangre del Cordero, en el momento, deja de ser enemigo y es
justificado delante de Dios. Por eso el
apóstol Pablo nos enseña: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con
Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Ro. 5:1)
Así que solamente en Dios hallaremos sanidad y paz, por medio de Cristo.
No la busques en ningún otro lugar, porque será como querer atravesar una pared
sólida.
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