Ya que se trata de la Palabra de
un Dios Eterno, se sigue que esa palabra y esa voluntad también son eternas,
pero no podemos dejar de sorprendernos que el testimonio escrito de nuestro
Dios, pueda haber resistido no sólo el paso de miles de años, sino también la
persecución y el deliberado odio del ser humano que ha rechazado a Dios y su
Palabra, muchas veces de manera violenta, impidiendo su difusión y hasta
tratando de acabar con su existencia.
En la Escritura tenemos el
testimonio de que en ocasiones la Ley y los Profetas fueron olvidados por el
mismo pueblo de Israel, y que “casualmente” eran encontrados los rollos
mientras se limpiaba algún departamento del Templo, entre escombros (2 Reyes
22:8-11).
Dios es el que ha hecho esto
El Señor es quien entregó su ley
a Moisés y quien reveló a cada uno de los autores bíblicos su voluntad, y no se
dejó sin testimonio. Pero habría sido
vana dicha obra de Dios y las vidas de todos los escritores que fueron
inspirados si Dios no hubiera pre
visto preservar ese testimonio.
Dios preserva su Palabra, a pesar
del olvido, a pesar del rechazo, a pesar del paso de los años y de la oposición
del mundo, que siempre ha querido borrar incluso de las conciencias, la Palabra
de Dios.
Los profetas enviados por Dios
fueron violentamente rechazados, incluso hasta la muerte algunos de ellos
(Mateo 23:31).
Fueron perseguidos los profetas,
los apóstoles y el mismo Cristo, pero Dios en su providencia se las arregló
para preservar su Palabra a pesar de todo esto.
Esto es una gran muestra del amor
de Dios para con su pueblo, que sabemos que aunque han pasado 2000 años desde
que terminó de escribirse la Biblia, aún está con nosotros, no sin grandes
luchas, y hoy Dios aún nos habla por ellas.
“Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la
palabra del Dios nuestro permanece para siempre.” Isaías 40:8
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