Para saber cómo es una
iglesia viva en el Espíritu, receptiva, dispuesta y abierta a la presencia y el
poder del Espíritu Santo, sin duda tenemos que remontarnos al ejemplo que
encontramos en las Escrituras, el de la iglesia primitiva o apostólica. Cuando observamos el proceder de esta
iglesia, y cómo el Espíritu Santo obraba en medio de ella, vamos a darnos
cuenta de algunas marcas, señales o características que tenía, tomando como
base Hechos 2:42-47: 1.Enseñanza
apostólica; 2. Comunión y Ayuda Mutua; 3. Adoración, Oración y Reverencia;
4. Evangelización continua.
1. Enseñanza apostólica.
Luego del discurso de Pedro el día de Pentecostés, los
que recibieron el mensaje fueron
bautizados, siendo un total
aproximado de 3000 personas, los que se añadieron a los 120 que orando en el aposento alto recibieron
el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios,
por decirlo así, abrió una escuela ese día.
Los maestros eran los apóstoles que habían sido escogidos por Cristo, y
había 3000 estudiantes, que en realidad eran niños de Kinder, recien nacidos en
la fe, convertidos y llenos del Espíritu Santo.
Ellos tenían hambre de la verdad, querían estar a los pies de los
apóstoles absorviendo sus enseñanzas. El
ser lleno del Espíritu Santo es estar lleno del Espíritu de Verdad, así que no
cabe la idea de alguien que diga ser lleno del Espíritu Santo y que no le interese
la enseñanza bíblica.
¿Cómo se cuidaba la enseñanza o doctrina apostólica? Siempre se exhortaba a que los ministros, obispos, ancianos o pastores se
fijaran en el orden de la iglesia, y que su fe y su práctica se ajustaran a la
enseñanza impartida por los apóstoles (2 Tes. 3:6).
Los ministros eran instruidos y
constantemente impulsados a preocuparse de esta tarea, para que la iglesia no
se debilitara y no le faltara doctrina.
Se instaba a los ministros a preocuparse de la enseñanza, se les animaba
a leer y estudiar diligentemente, y que no dejaran de enseñar y explicar las
Escrituras (1
Timoteo 4:13). Pero no sólo eso,
sino que supieran retener la enseñanza en la forma que les había sido
entregada, sin cambiarla, sin torcerla ni interpretarla de manera antojadiza (Tito
1:9).
El
avivamiento en Chile “Dos cosas
son dignas de especial mención como teniendo alguna relación con el avivamiento
del año 1909. La primera es el tema de
los estudios de la Escuela Dominical ,
y la segunda, los testimonios en las clases experimentales.
En el año 1902, se estudiaba el libro de Los
Hechos. En un estudio de profesores en
el principio del año, un hermano dirigió al pastor esta pregunta: ¿Qué impide
que nosotros seamos una iglesia como esta iglesia primitiva? El pastor le
respondió: “No hay impedimento alguno sino el que esté en nosotros
mismos”. Así que todo el año en la Escuela Dominical
esto era nuestro blanco; y todo acto, toda persona, toda manifestación de Dios
en las lecciones, se nos presentó como estímulo en esa dirección.
La segunda cosa andaba muy en consonancia con la
primera. En los testimonios tan prestos,
y aún animados, se notaba en muchos una vaguedad que dio origen a una serie de
sermones tendientes a aclarar el testimonio del Espíritu a la salvación. Enseguida, una enseñanza clara y directa
sobre la santidad. La semilla cayó en
tierra bien preparada y hubo un avivamiento notable durante el año.” (Extraído
del libro “Historia del Avivamiento Pentecostal en Chile”, de W. C. Hoover).
Finalmente, parecen muy oportunas las palabras del
autor John Stott: “Una iglesia llena del Espíritu es una iglesia bíblica,
una iglesia neo testamentaria, una iglesia apostólica. En ella se
enseña las Escrituras. Los padres enseñan la Biblia a los hijos. Los miembros de la iglesia
leen y reflexionan sobre las Escrituras todos los días. El Espíritu de Dios
dirige a su pueblo a someterse a la
Palabra de Dios, y cuando lo hace, esa iglesia se remueve con
la presencia del Espíritu Santo.”
2. Comunión
y ayuda mutua.
El amor y el cuidado mutuo entre los creyentes. La palabra comunión viene del griego
Koinonía, y significa lo que tenemos en común, lo que compartimos como
creyentes en Cristo.
Esta
palabra podemos verla de dos formas complementarias:
a) compartimos la Gracia de Dios. El apóstol Juan comienza su primera carta (1
Jn 1:3) diciendo que “nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su
Hijo Jesucristo.” Pablo complementa esto
diciendo que tenemos comunión con el Espíritu Santo (2 Corintios 13:14). Entonces nuestra comunión debe ser
trinitaria.
b) También
tenemos en común lo que damos. Pablo
también usa la palabra koinonía para referirse a una ofrenda que estaban dando
las iglesias. El adjetivo koinónico,
significa “generoso”, y en este pasaje, Lucas describe la generosidad de los
cristianos primitivos.
Entonces
hablamos de una comunión en la fe (creemos lo mismo, compartimos un mismo
Dios), y de generosidad, compartimos dando lo que tenemos.
En este pasaje del libro de los Hechos, en
especial se nos habla de la generosidad de los cristianos, que era tal, que en
la iglesia no había pobres, porque los que más tenían daban sus posesiones para
que vendiéndose, a nadie le faltara.
Esto no tiene nada que ver con el comunismo, donde la doctrina marxista
prohibe la propiedad privada, sino que es puro amor cristiano. Además, no significa que los cristianos
quedaban sin posesiones, porque también dice el libro de los Hechos que se
reunían en casas. ¿De quién serían las
casas donde se reunían si las hubieran vendido todas?
Eso no nos excusa de ser generosos y de dar
cuanto nos sea posible en casos de necesidad.
Ya dejamos de vivir una vida egoísta, ya no vivimos para nosotros, ahora
debemos vivir para Cristo.
Una iglesia llena del Espíritu es una iglesia
generosa. La generosidad ha sido siempre
una característica del pueblo cristiano, porque nuestro Dios es un Dios
generoso. De hecho, un significado de la
palabra Gracia es Generosidad. Si Él nos
da todo de Gracia, si nuestro Padre es generoso, sus hijos también debemos ser
generosos.
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