“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con
todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no
vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es
y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del
castigo. ¿Quién sabe si volverá
y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación
para Jehová vuestro Dios?” Joel 2:12-14
Dios
nos dice CONVERTÍOS. La conversión significa devolverse de una
dirección y tomar la contraria. Esto
significa ARREPENTIMIENTO GENUINO (con todo el corazón), implica sinceridad,
verdad. “Con ayuno, lloro y lamento”,
nos habla de desesperación. Quien sabe realmente lo que significa el
pecado, llorará y se lamentará. Esta es
una reacción necesaria, si bien no es todo pero esto debe existir en nuestras
vidas si hay temor de Dios.
La
orden de Dios a su pueblo es “rasgad vuestro corazón y no vuestros
vestidos”. Aquí el Señor nos hace la
clara diferencia entre un arrepentimiento verdadero (rasgad vuestro corazón) y
un arrepentimiento falso y superficial (vuestros vestidos).
Luego
del derramamiento del Espíritu Santo el día de Pentecostés, Pedro se puso en
pie y predicó el evangelio señalando la culpa de los hombres en la muerte de
Jesucristo, y la reacción de los oyentes fue compunción de corazón
(rasgad vuestro corazón), arrepentimiento genuino (Hechos 2:36-38).
La
desesperación por tener una vida espiritual sana y verdadera, de acuerdo a la
voluntad de Dios, es un sello y patrimonio exclusivo de los escogidos, la
iglesia de Cristo (Mateo 5:6). Naamán se
resistió a cumplir con el requisito que le exigió Eliseo para ser sano (2 Reyes
5:10-13), pero los que son de Cristo, al igual que Naamán tal vez se resistan
por un tiempo a la humillación o al sometimiento a la Palabra de Dios, pero en
algún momento se volverán a Dios y le buscarán con desesperación y con todo su
corazón. El ayuno, lloro y lamento son como el Jordán para Naamán.
Los
hombres podrán cuestionar y decir que hay cosas más efectivas que hacer para
ser salvo o para tener una vida espiritual verdadera, que tiene que haber algo
más que hacer o experimentar, que no puede ser tan simple como ayunar,
lamentarse y llorar. Algunos buscarán
experiencias sobrenaturales sensoriales como las que tienen algunas sectas y
serán engañados por su corazón; otros buscarán prosperidad material y serán
presas de la codicia; otros buscarán perfección moral y tras muchos esfuerzos
carnales se decepcionarán, y nunca la encontrarán.
Jonathan Edwards y el primer gran avivamiento en
E.E.U.U.
En
Julio de 1741, Jonathan Edwards aceptó la invitación de predicar en pueblo
vecino de Enfield, Connecticut. Era la
cúspide del Gran Avivamiento (1740-42), uno de los más intensos derramamientos
del Espíritu de Dios en la historia de los Estados Unidos. El fuego de Dios
estaba cayendo por todos lados. A pesar del hecho que él había predicado su
sermón “Pecadores en Manos de un Dios Airado” a su propia congregación y había
tenido poco efecto, se sentía guiado a usarlo otra vez en Enfield.
Sus
técnicas no eran impresionantes, siempre leía sus sermones en una voz calmada,
pero con gran convicción. Él rechazaba gritar y usar teatralidades. Impresionar
a los oyentes con el poder de la verdad y con su desesperada necesidad de Dios
era la meta de Edwards. Ni su estilo o
la manera en que predicaba podían ser la causa de lo que pasó ese día en
Enfield.
Un
testigo, Stephen Williams, escribió en su diario : “Fuimos a Enfield, donde conocimos al querido Señor Edwards, de
Northampton, quien predicó un sermón muy estremecedor de los textos,
Deuteronomio 32:35, y antes de que
el sermón terminara había grandes gemidos y gritos que
llenaban toda la casa… ` ¿Qué haré para ser salvo? ` `Oh, me estoy yendo al
infierno` ` ¿Qué puedo hacer por Cristo?, ` y así sucesivamente. Así que el
ministro se vio obligado a parar… ¡si los gritos y los alaridos eran
asombrosos! Williams
continúa : “Después de esperar algún tiempo hasta que la congregación estuviese
quieta, y así finalmente la oración fue hecha por el Señor W. y después
descendimos del púlpito y conversamos con las personas, en varios lugares, el
poder asombroso de Dios fue visto.
Varias almas fueron convertidas esa noche, y ¡Oh, cuán alegres y
agradables se veían sus rostros.”
En
todo esto no hubo ni un solo elemento inducido, ni manipulación psicológica,
sino únicamente el poderoso mensaje de la Palabra de Dios, respaldado sobrenaturalmente por
la gracia divina.
¡Cuánto
necesitamos eso en nuestros días!
Es
tan simple, no necesitamos más que el poder de Dios para volvernos a Él. Sólo necesitamos realmente desear con todas
nuestras fuerzas que el Dios verdadero haga su obra en nuestros corazones, y
sin duda Él lo hará.
Preguntas para la reflexión personal.
1.- ¿Sentimos esa inquietud, esa hambre y sed de
justicia de la que habla Mateo 5:6? ¿Cómo la ve manifestada en su vida?
2.- ¿Nuestra búsqueda espiritual se parece a los
reproches de Naamán? ¿Queremos algo más que la simpleza de la Palabra de Dios?
3.- ¿Ha estado inquieto buscando algunas de las cosas
mencionadas (experiencias sobrenaturales, prosperidad, perfección moral)?
4.- ¿Qué le llama la atención o le inspira del
testimonio del predicador Jonathan Edwards?
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