"Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?" Lucas 23:40
Dos ladrones acompañan a Jesús en sus últimas horas, y cuán dramáticamente nos muestra este cuadro la historia de la salvación. la vida y la muerte están en ese cuadro. La salvación y la condenación juntas al mismo tiempo. Jesús está cumpliendo una misión, pero estos ladrones están a las puertas de la eternidad. Por gracia, a uno de ellos le fueron abiertos os ojos para ver al Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen (1 Timoteo 4:10). Sin embargo, el otro ladrón se había endurecido a tal grado, que estando ante las puertas de la eternidad permanecía incrédulo. Es cierto que en forma natural nadie se arrepiente solo por estar ante la misma muerte, como es muy poco probable que el temor y el arrepentimiento que algunos muestran cuando sucede un terremoto o alguna otra catástrofe sea permanente y verdadero.
Muchas veces pensamos como el ladrón que reprendió al otro. ¿Cómo es posible que tal persona no se arrepienta, siendo que Dios lo sanó? ¿Cómo es posible que no se arrepienta siendo que Dios lo ha librado de la muerte tantas veces? ¿Cómo es posible que no se arrepienta y se rinda ante Dios siendo que está pasando una situación tan difícil o por una enfermedad tan terrible?
Cuando pensamos así estamos poniendo el arrepentimiento y la fe en Cristo en un plano natural, como si no fuera una obra de Dios en el corazón del hombre sino algo que el hombre hace por su propia voluntad. Olvidamos que el corazón de los hombres está endurecido por el pecado, olvidamos que mientras el Hijo no nos liberte, nadie es verdaderamente libre, sino esclavo del pecado (Juan 8:34, 36).
Nos queda a nosotros pensar que cada día estamos ante Dios, y que no sabemos el día de nuestra muerte. No estamos en una cruz como aquellos ladrones, pero estamos expuestos a la muerte, en cualquier momento. Esto nos debe motivar a amar a Cristo, que nos ha salvado, con todas nuestras fuerzas, a vivir en arrepentimiento delante de Él, porque estamos a las puertas de la eternidad aunque no lo veamos.
¿Está alguno tan endurecido que sabiendo estas cosas no teme a Dios? ¿Está alguno tan ciego que no puede ver al Salvador a su lado y que con tierno acento le llama al arrepentimiento? ¿Ni aun en la situación que te encuentras temes tú a Dios?
"A Jehová de los ejércitos, a él santificad; seas él vuestro temor, y él sea vuestro miedo." Isaías 8:13
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