"Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su boca, y agua les diste para su sed." Nehemías 9:20
Nehemías, que era copero del Rey Ciro, de Persia, lideró la restauración de Jerusalén. Algo que parecer ser una obra simple, para lo cual teniendo los materiales y la mano de obra, no debería haber ninguna complicación. Sin embargo, todo en la vida de los creyentes tiene implicancias espirituales. Por lo tanto, en medio de esta gran labor que tenía el pueblo por delante, también había luchas. Nada debemos hacer sin contar con la ayuda divina. Nehemías hace algo qeu tal vez para cualquiera sería innecesario en este caso: Él ora y pide a Dios perdón por los pecados del pueblo. Alguien pensaría "¿para qué hacer eso? Sólo se trata de construir, vamos a buscar nuestras herramientas y trabajemos."
Nehemías confiesa los pecados de su pueblo como propios. dentro de esa confesión, él reconoce los pecados cometidos por sus padres (las generaciones pasadas), pero contrasta el pecado de ellos con la misericordia y la gracia de parte de Dios. La gracia de Dios es la única forma en que el hombre no muera en sus pecados. Por otro lado, cuando el hombre persevera en pecar y no se arrepiente a pesar de todos los beneficios recibidos, la gracia hace que el pecado sea todavía más grave. Pablo a este respecto pregunta: "¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?" (Romanos 6:1)
Así que Nehemías ruega a Dios que tenga misericordia de su pueblo, porqeu han sido rebeldes aun cuando han estado rodeados de las muestras de su gracia, paciencia y bondad.
Aquí tenemos dos formas en las que Dios nos beneficia a pesar de que somos muy faltos:
La guía de su buen Espíritu (toda clase de bendiciones espirituales)
El maná del cielo y el agua de la roca (el sustento diario, aun de las maneras más increíbles)
Dios en su amor no nos deja, pero eso debe motivar nuestro amor hacia Él. La gracia de Dios nunca es una licencia para seguir pecando, el verdadero creyente no piensa que porque Dios le ha perdonado puede seguir tras sus deseos pecaminosos. El verdadero creyente admira la bondad de Dios y la paciencia que ha tenido para con él, y se admira de que siendo tan indigno Dios no le haya destruido y que no le haya abandonado, entonces se vuelve a Dios de todo corazón, se arrepiente y no quiere volver a alejarse de Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario