"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;" 2 Pedro 1:19

viernes, 28 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO

"Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su boca, y agua les diste para su sed."  Nehemías 9:20

Nehemías, que era copero del Rey Ciro, de Persia, lideró la restauración de Jerusalén.  Algo que parecer ser una obra simple, para lo cual teniendo los materiales y la mano de obra, no debería haber ninguna complicación.  Sin embargo, todo en la vida de los creyentes tiene implicancias espirituales.  Por lo tanto, en medio de esta gran labor que tenía el pueblo por delante, también había luchas.  Nada debemos hacer sin contar con la ayuda divina.  Nehemías hace algo qeu tal vez para cualquiera sería innecesario en este caso: Él ora y pide a Dios perdón por los pecados del pueblo.  Alguien pensaría "¿para qué hacer eso?  Sólo se trata de construir, vamos a buscar nuestras herramientas y trabajemos."  
Nehemías confiesa los pecados de su pueblo como propios.  dentro de esa confesión, él reconoce los pecados cometidos por sus padres (las generaciones pasadas), pero contrasta el pecado de ellos con la misericordia y la gracia de parte de Dios.  La gracia de Dios es la única forma en que el hombre no muera en sus pecados.  Por otro lado, cuando el hombre persevera en pecar y no se arrepiente a pesar de todos los beneficios recibidos, la gracia hace que el pecado sea todavía más grave.  Pablo a este respecto pregunta: "¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?" (Romanos 6:1)
Así que Nehemías ruega a Dios que tenga misericordia de su pueblo, porqeu han sido rebeldes aun cuando han estado rodeados de las muestras de su gracia, paciencia y bondad.
Aquí tenemos dos formas en las que Dios nos beneficia a pesar de que somos muy faltos: 
La guía de su buen Espíritu (toda clase de bendiciones espirituales)
El maná del cielo y el agua de la roca (el sustento diario, aun de las maneras más increíbles)
Dios en su amor no nos deja, pero eso debe motivar nuestro amor hacia Él.  La gracia de Dios nunca es una licencia para seguir pecando, el verdadero creyente no piensa que porque Dios le ha perdonado puede seguir tras sus deseos pecaminosos.  El verdadero creyente admira la bondad de Dios y la paciencia que ha tenido para con él, y se admira de que siendo tan indigno Dios no le haya destruido y que no le haya abandonado, entonces se vuelve a Dios de todo corazón, se arrepiente y no quiere volver a alejarse de Él. 

jueves, 27 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO - No te tires el pelo

"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias." Filipenses 4:6

La palabra afán significa "deseo intenso que mueve a hacer una cosa; empeño o interés que se pone en una cosa".  Sin embargo la palabra que se tradujo afanosos, es el vocablo griego "merimnao", que significa "estar ansioso acerca de algo".  La ansiedad se define como "estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad"; también es "angustia que acompaña a algunas enfermedades, en especial a ciertas neurosis".
Vemos que esta clase de afán a la que se refiere nuestro texto el día de hoy, es algo enfermizo.  El Apóstol nos previene de esta clase de afán, que no es igual a la diligencia que debemos tener como hijos de Dios.  La ansiedad o afán es algo que no nos deja vivir, y que aparece como una reacción nuestra ante una situación difícil o ante un peligro  inminente, o ante algo que debemos hacer.  Cuando vemos que aparece la adversidad, el problema a resolver, o la tarea a realizar, tenemos dos opciones: Confiar en Dios, o ser consumidos por la ansiedad. 
Confiar en Dios no significa no hacer nada, sino qeu significa que buscaremos su dirección y su poder para hacer frente a la situación.  Para esto es importante que oremos, que roguemos, y también que demos gracias a Dios, que no seamos quejumbrosos por la situación que estamos viviendo o por lo que pensamos que se nos viene encima.  
Por lo contrario, quien se afana se desespera, pierde la paz, el gozo del Señor, la esperanza se ve negra, vive en amargura y no ve a Dios en sus circunstancias.
Tenemos grandes tareas delante de nosotros, no es tiempo de dormir, no es tiempo de bajar los brazos ni tenderse en el camino, pero de nada servirá que te quedes en un rincón, sin poder dormir, tirándote el pelo, pensando día y noche pero sin hacer nada.  
Confía en Dios, prepárate, ora, busca la Palabra de Dios, y luego actúa.

miércoles, 26 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO - Atraídos por el crucificado

"Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo."  Juan 12:32.

Jesús se refiere a su muerte, y los discípulos que estaba hablando de eso.  Al igual que en Juan 3:14-15, Cristo se refiere a su muerte como ser "levantado", haciendo alusión a la forma en que se realizaba la crucifixión.  El condenado era amarrado o clavado sobre la cruz extendida en el suelo, y luego la cruz era levantada junto con el ejecutado. La muerte de Jesús es un hecho tan trascendente que nadie lo puede ignorar.  Obviamente Jesús atrajo las miradas de todos sobre Él.  Pero no solo las miradas de todo el mundo son atraídas sobre Él, sino las almas de todos los que están ordenados para vida eterna (Hechos 13:48).  Para que todo aquel que fije sus ojos en el crucificado sea salvo, igual que los israelitas en el desierto cuando eran mordidos por las serpientes (Números 21:6-9).
La cruz es irresistible para los que han de ser salvos, no puede el hombre dejar de mirar aquella cruz, y al que fue en ella clavado.  La cruz es tan irresistible, que aquellos que han sido salvados, quieren estar siempre cerca de la cruz, tan cerca como sea posible, tanto así que uno de ellos dijo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."  (Gálatas 2:20).
¿Por qué querer vivir tan cerca de una cruz?  Porque de ella mana perdón, gracia, misericordia, consuelo, vida eterna.  En ella la muerte, el pecado y Satanás son derrotados.  Por eso no podemos vivir lejos de la cruz.

martes, 25 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO

"Venga tu reino.  Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra." Mateo 6:10

En este versículo encontramos dos de las tres primeras peticiones de la Oración Modelo que nos dio el Señor Jesús, y tienen una estrecha relación entre sí.
Cuando pedimos "venga tu reino", debemos pensar en que el reino satánico sea destruido (el mundo está bajo el maligno 1 Juan 5:19), que el Reino de gracia se extienda, es decir, que cada corazón sea alcanzado por el Evangelio y sean salvados para gloria de Dios, y Cristo gobierne en esos corazones.  
Al pedir "Hágase tu voluntad", estamos pidiendo que Dios obre en nuestros corazones de tal forma que nosotros nos adecuemos a la voluntad de Dios y seamos conformados a ella.  Que neustros corazones deseen lo qeu Dios desea, y así nuestras vidas se conformen a su propósito, a fin de vivir para su gloria y ya no para nosotros mismos, y que estemos tan dispuestos a hacer la voluntad de Dios como los ángeles lo hacen en el cielo: con prontitud y placer. 
Estas dos peticiones van unidas una a la otra, porque no podemos tener una cosa sin tener la otra.  Si pido que Dios venga y gobierne, yo no puedo quedar fuera de ese gobierno.  Y si quiero qeu Dios reine en mi casa, en mi ciudad, yo primeramente debo pedir a Dios que me amolde a su propósito, y yo mismo debo estar dispuesto a hacer su voluntad, de esa manera me transformaré en una pieza que permitirá la expansión del Reino del Señor en la tierra.
El predicador norteamericano del siglo XVIII, Jonathan Edwards, en la primera de sus 70 resoluciones, dice: "Resuelvo hacer todo lo que considere mi deber, sobretodo para el bien y la ganancia de la humanidad en general.  Resuelvo, por tanto hacerlo, no importando las dificultades con que me encuentre, ni cuántas, ni cuán grandes sean."  
Pide a Dios que reine sobre ti, sobre tu familia, sobre tu ciudad, sobre tu país, y haz todo lo que puedas para que así sea.

lunes, 24 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO

"Jehová, la habitación de tu casa he amado,
Y el lugar de la morada de tu gloria." Salmos 26:8

El rey David se dirige a Dios.  Es un corazón que busca a Dios, es un corazón que desea fervientemente a Dios.  La inextinguible llama de la gracia de Dios arde en el corazón de David.  Este es un corazón que ama el lugar donde Dios vive y se manifiesta.  Sin duda, David no se refiere a la esperanza de estar un día en el Cielo, sino que se refiere al lugar espiritual donde Dios se manifiesta.  
Ya que Dios no habita en templos hechos por manos humanas (Hechos 17:24), David se refiere a un lugar espiritual: La íntima comunión con Dios. 
El lugar donde Dios habita, es donde podemos encontrar su Presencia.  Mucho más allá de sentir algo, es donde podemos tener la convicción de que Dios está hablándonos por medio de Su Palabra, donde Dios está oyendo nuestra oración, y nuestros corazones son quebrantados.  Allí vive Dios.  En medio de la genuina humillación del espíritu.  
David ama ese lugar, ama estar en la Presencia de Dios, donde la Gloria de Dios mora.  la palabra gloria, es el hebreo "kabod", y significa peso (algo pesado), y en sentido figurado, esplendor o abundancia.  
En 1 de Reyes 8:10-11 se nos cuenta que los sacerdotes no podían permanecer en pie, porqeu la gloria de Jehová había llenado el templo.  Es esa clase de gloria, ese peso tremendo que no deja a los hombres actuar ni reaccionar conforme a sus emociones.
Ese lugar era el que amaba David, donde él quedara completamente anulado, donde su voluntad carnal no podía levantarse, sino que Dios controla todo.

viernes, 21 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO

"Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios." Salmos 51.17

Somos por naturaleza orgullosos y altivos.  No nos gusta que nos vean mal, no queremos "mostrar la hilacha".  En la actualidad, la psicología moderna y los coach (entrenadores) motivacionales nos enseñan a levantarnos, a tener fuerza de voluntad.  Nos motivan diciendo que tenemos un gran potencial en nuestro interior, que el secreto y el poder de todas las cosas, está en nuestro interior.  Marcos Witt, mientras era Pastor para los latinos en una "mega iglesia" de Estados Unidos, tenía una especie de lema, en torno al cual giraban todas sus predicaciones: "Descubre el campeón que hay en ti".  
Todo esto alimenta más y más nuestro orgullo y nos predispone para ser soberbios.  Aquellos que adoraban a Dios en el Antiguo Pacto, lo hacían mediante sacrificios y ofrendas.  Bajo esos conceptos se presentaban animales, harina, aceite, vino, etc.  
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Pacto, Dios acepta una clase de sacrificios que es superior a todos: espíritu quebrantado, corazón contrito y humillado.
Dios busca adoradores en espíritu y en verdad (Juan 4:24).  La palabra adorar viene del giriego "proskuneo" y significa besar, como un perro lamiendo la mano de su amo, agacharse, postrarse en homenaje, hacer reverencia, adorar.  
Así que para adorar a Dios y vivir para su gloria, tenemos que dejar a un lado nuestro orgullo, y pensar que todas las cosas vienen de Él, por causa de Él, y para su propia gloria (Romanos 11:36).  Debemos buscar la humillación de nuestro ego, despojarnos de nuestro orgullo y huir de todo lo que hace que nuestro corazón se infle.  De lo contrario, cuando lleguemos con nuestro corazón para ofrendarlo delante del Señor, podríamos ser rechazados.

jueves, 20 de abril de 2017

DEVOCIONAL DE DIARIO - Algodón de azúcar

"la cual profesando algunos ("la falsamente llamada ciencia")  se desviaron de la fe.  La gracia sea contigo.  Amen." 1 Timoteo 6:21.

Los hombres de hoy dicen : "yo creo en la ciencia".  En otros tiempos, la ciencia fue para los hombres la gloria de Dios revelada al ser humano.  La palabra ciencia significa conocimiento, así que no debemos temerle a esta palabra, como Pablo mismo no le temía, sino que se alegraba de la que la ciencia abundara en el pueblo de Dios (1 Co 1:5).  Es por eso que Pablo hace una diferencia y dice en 1 Timoteo 6:20, "la falsamente llamada ciencia".  Es con eso que debemos tener cuidado, con la falsa ciencia, un conocimiento aparente.  
¿Has comido algodón de azúcar alguna vez?  Es algo muy aparatoso ¿no?
Para hacer el algodón de azúcar, el señor que está en la esquina con su carrito toma una vara y la pone en su máquina y da muchas vueltas para un lado y para otro, hasta que tienes un gran algodón de azúcar.  Pero cuando el algodón de azúcar toca tu lengua, se deshace.  No es más que azúcar que da muchas vueltas y con un lindo color.  Así es la "ciencia" de muchos, no solo de muchos científicos de hoy, sino aún de algunos que profesan ser cristianos: mucha azúcar y muchas vueltas, pero cuando viene la hora de probar lo que realmente saben, todo se deshace.
Pablo nos advierte que las vanas palabrerías conducen a la impiedad (2 Timoteo 2:16).  Es terrible confiar en algo que no tiene fundamentos, en algo que no es firme.  Los hombres aun no pueden probar la teoría de la evolución, y aunque muchos lo enseñan como si fuera cierto, sigue siendo solo una teoría.  Han hecho que muchos se desvíen de la fe, que es el verdadero conocimiento de DIos revelado en Su Palabra.  No le temas a la ciencia, sino al contrario, busca con afán la verdadera ciencia, la sabiduría que viene de Dios por medio de Su Palabra, ¡y que Dios te de la gracia!

martes, 18 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO

"Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos." Colosenses 3:15

Una de las Bienaventuranzas enseñadas por Nuestro Señor Jesucristo en el llamado "Sermón del Monte" (Mateo caps. 5, 6 y 7) dice: "Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios." (Mt. 5:9).  Una característica de los hijos de Dios es ser pacificadores, y no personas que provoquen contiendas (Prov. 15:18).  Estamos llamados a apaciguar las tormentas y no a avivar los pleitos.  La paz es importante para mantener la unidad en la iglesia.  Es una bendición convivir en una congregación donde no son frecuentes las disensiones sino que predomina la paz, pero para eso se necesita que haya hijos de Dios, dispuestos a calmar los ánimos.  Los chismes y comentarios sin fundamento son como viruta para encender un gran fuego.  La murmuración y los comentarios mal intencionados son capaces de destruir una congregación, pueden dividirla.  El Apóstol Pablo también aconseja a la iglesia de Roma: "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres." (Ro. 12:18).  En todo posible conflicto siempre habrá dos partes.  En lo que dependa de mí, debo procurar estar en paz con todos, sean hermanos o sean incrédulos.  No debemos provocar discusiones o armar pleitos por cosas que se pueden dejar pasar.  Por eso dice, si es posible.  
Debemos tener en cuenta que si bien la unidad y la paz son cosas que debemos abrazar y retener con fuerza, hay una mayor que estas dos, tanto así que Cristo mismo se identifica con ella, y es LA VERDAD. La verdad no puede ser sacrificada.  Estamos hablando de la verdad sobre un hecho importante, algo que deba ser dicho.  Estamos hablando sobre doctrinas bíblicas fundamentales, que no deben ser negadas ni ignoradas.  Solo ese tipo de casos podrá admitir una excepción.  El mismo Cristo que es Príncipe de Paz (Isaías 6:9), también dijo: "...no he venido para traer paz, sino espada." (Mt. 10:34).  Esto último quiere decir que Dios divide a los que creen y siguen la verdad, de aquellos que creen y siguen a la mentira, no puede haber paz ni conciliación entre ellos.  Pero no podemos jugar con la espada de la verdad, debemos ser sabios, y en lo posible seguir la paz con todos los hombres.
Dios nos de sabiduría.

DEVOCIONAL DIARIO

"Y yo los fortaleceré en Jehová, y caminarán en su nombre, dice Jehová." Zacarías 10:12.


Aun siendo un pueblo pequeño ante los pueblos vecinos que constantemente los amenazaban, Israel contaba con una gran ventaja: Dios.
Muchas veces ellos sufrían con el ataque de otros países como un castigo de parte de Dios, aún así Dios cumplía su promesa hecha a los padres (Abraham, Isaac y Jacob), y también las promesas hechas a David, y los preservaba, los protegía y los libraba de sus enemigos por poderosos que fueran.  siempre el poder de Dios se muestra en sus hijos, y la única manera es que nosotros seamos debilitados.  Cuando nosotros  nos vemos afligidos a tal punto que nos damos cuenta que nosotros no podemos salir del problema, o no podemos hacer lo que Dios nos ha mandado a hacer, entonces Dios se manifiesta.  En nuestra pobreza, en nuestra debilidad e incapacidad, Dios se glorifica.  
Nuestra fuerza no está en nuestra voluntad, en nuestro intelecto, en nuestro ánimo, ni en nuestros propios recursos, sino en el Señor.  
Pablo lo vivió y lo enseñó claramente: "Si es necesario gloriarse, me gloriaré en los que es de mi debilidad" (2 Corintios 11:30).  Y David dice: "Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el el que levanta mi cabeza."
Dios nos fortalecerá para que andemos en sus caminos.  Sean cuales sean las dificultades, luchas y carencias que enfrentemos, Dios nos dará la fuerza para hacer su voluntad, para cumplir el ministerio que él nos ha encomendado, para vivir en santidad delante de su presencia, perseverar en la fe y permanecer en Cristo.  Aunque estés ahora lleno de pecados y rodeado de tentaciones, Dios puede levantarte y hacer que vivas delante de Él.  Basta que mostremos nuestra debilidad, nos humillemos y nos arrepintamos delante del Señor.
"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza."  Efesios 6:10

lunes, 17 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO

“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;” 1 Pedro 1:13

En tiempos bíblicos, la vestimenta de los hombres no era como la actual.  Como hemos podido ver representada en infinidad de películas, series y otros, sabemos que generalmente usaban vestiduras holgadas, ropas amplias, túnicas largas.  Esta clase de ropa tenía su razón de ser, y tenía su utilidad.  Esta túnica que se utilizaba en algunos casos llegaba hasta los tobillos, por lo que obviamente podía estorbar para caminar o correr.  Así que lo que había que hacer era “ceñir los lomos”, es decir, sujetar la túnica con un cinto. Solo se usaba el cinto cuando se salía de la casa. 
Esto simboliza entonces, que así como en aquellos tiempos se sujetaba la larga túnica con un cinto, así mismo debemos también sujetar nuestros pensamientos e inclinaciones.  Sujetar es lo contrario de dar rienda suelta.  Debemos sujetar nuestra mente a la voluntad de Dios revelada en la Palabra del Señor.  No debemos dejar que nuestras mentes divaguen y anden por cualquier parte, es sumamente peligroso.  “En el rostro del entendido aparece la sabiduría; mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.” (Proverbios 17:24).  El Señor guarda a sus santos, y por eso nos ha dado dominio propio, para que nos sujetemos, y no hagamos ni digamos locuras, ni nos precipitemos.  Seamos sobrios, no extravagantes. 
Lo que nos mantendrá sujetos y sobrios, será el esperar en la gracia de Dios, esa gracia que se manifestará completamente cuando venga Jesucristo por nuestras almas, sea en el arrebatamiento o sea el día de nuestra muerte. 
Espera en la gracia de Dios que vendrá.  Descansa totalmente, recuéstate en la gracia de Dios y no te impacientes, porque Él no fallará.  No hagas lo que no conviene por desesperación, sino espera por completo en Él, porque el que ha de venir vendrá y no tardará (Hebreos 10:37).


jueves, 13 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO - La más grande pregunta tiene la más grande respuesta

¿Cómo,  pues,  se justificará el hombre para con Dios?
 ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer?   Job 25:4

Esta es la gran pregunta que se halla en las Escrituras: ¿Cómo puede ser justificado el hombre ante Dios?  Esta pregunta debe hacerse el hombre: Si soy pecador ¿qué puedo hacer? Cuando estamos delante de Dios, toda boca se cierra (Ro. 3:19), no hay argumentos con que nos podamos defender.  Hemos nacido en pecado, y cometemos pecados.  La Ley de Dios nos acusa (Juan 5:45), Satanás nos acusa (Zacarías 3:2), e incluso nuestra propia conciencia nos acusa (Ro. 2:15).
Dios es un juez justo, que no tendrá por inocente al culpable, y aborrece a todos los que hacen iniquidad.
En Dios no se halla falta ni mancha alguna.  Esto hace que nosotros nos veamos en un pozo todavía más profundo. 
El pecador está condenado, sin esperanza alguna, no tiene salida, debe pagar por su pecado.
Cuando estamos justamente con el agua hasta el cuello, aparece nuestra única defensa posible: El Evangelio de la Gracia de Dios, el cual anuncia a aquel que se arrepiente, que Jesús ha pagado por nuestra maldad, que Él ha recibido el castigo que nos tocaba, que Cristo fue a la cruz en nuestro reemplazo, que Él tomó nuestro lugar.  Él es nuestra justificación.
Siendo pecadores condenados, Dios nos declara inocentes.  Jesús se hizo pecado para que nosotros fuéramos justificados.  El bendito se hizo maldito para que nosotros fuéramos benditos.

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios,…” (1 Pe 3:18).

miércoles, 12 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO

"y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad." Números 16:48

Éste que se puso en medio es Aarón, el hermano de Moisés y primer sacerdote levita.  El panorama que aquí nos muestran las Escrituras es terrible.  Dios mira a un pueblo rebelde, al cual continuamente él bendice y lo rodea de bienes y misericordias, aún así permanece en su obstinación.   "Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor." (Romanos 10:21).  Es justo que se encienda la ira de un Dios Santo que aborrece el pecado, que no soporta ni siquiera ver la maldad.  Cuando la maldad se multiplica entre los hombres, la justa ira de Dios se acrecienta.  Vemos de manera especial cómo el pecado de la rebeldía y la obstinación traen la ira de Dios sobre nosotros.  Todo pecado es señal de rebeldía y porfía, ya que teniendo enfrente la palabra de Dios, y habiendo recibido muchas veces la lluvia de gracia sobre nosotros, aún así permanecemos endurecidos y sin arrepentimiento. 
Sobre la tierra abundó el pecado, toda clase de maldad hay en los corazones de los hombres, y va en aumento.  La paga del pecado es la muerte, pero el Señor en su gracia, mandó a uno que se pusiera en medio para que detuviera la muerte eterna. 
Cristo es la esperanza del pecador que sólo vive para esperar que la ira de Dios le fulmine. 
“Sólo Cristo y su sangre derramada,
por tan vil y malvado pecador,
Da perdón, da la vida, paz y gozo
y prepara para Dios el corazón.”

Así como en el antiguo pacto, Aarón era el elegido para detener aquella mortandad en el campamento de Israel, hoy Cristo es aquel “elocuente mediador muy escogido” (Job 33:23)  que puede pararse en medio del campamento de este mundo y a aquellos que tiemblan ante la santa ira de Dios por sus pecados, puede gritarles que Dios tuvo de ellos misericordia (Job 33:24). 
Es Cristo el único que puede ponerse en medio, así como hay un solo Dios, hay uno solo que intercede por ti, hay uno solo que murió por causa de tus pecados, hay uno solo que resucitó para que tú también tengas vida.  Jesús se puso entre muertos y vivos, pero hizo algo mucho más que Aarón.  Porque mientras Aarón se paró en medio con su incensario (y el incienso es tipo de la oración), Cristo al ponerse en medio de nosotros (muertos espirituales) y Dios (que vive por los siglos), soportó en su propia carne la justa ira de Dios, y absorvió el castigo por nuestra maldad.  Entró una sola vez sacrificándose a sí mismo e hizo perfectos para siempre a los santificados (Hebreos 10:14).

¡Bendito Dios de toda Gracia! ¡El cordero que fue inmolado es digno de toda gloria y alabanza! 

martes, 11 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO - Esto es gracia

"¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?" Romanos 11:35

En toda transacción humana, uno da y el otro le retribuye.  uno vende y el otro compra, uno hace y el otro premia.  Los intercambios de una cosa por otra no admiten que uno de los dos no cumpla con su parte.  
Pero en cuanto a Dios, ¿alguno de nosotros se atrevería a decir que le ha dado a Dios algo que le haya hecho merecedor de la salvación y la vida eterna?  ¿Algún don preciado hemos traído en nuestras manos del cual Dios haya tenido tal necesidad que se vio obligado a recompensarnos por haberle hecho el favor de dárselo?
Fue así como nos encontró Dios: 
"Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres: ¡Vive!" Ezequiel 16:6
Mientras que nosotros esperamos una motivación para dar, mientras que buscamos condiciones para amar, Dios nos amó de pura gracia (Oseas 14:4).  ¿Qué ganaría Él con nuestro amor? Nada que no pudiera darse a sí mismo, y de hecho así lo hace.  Él se glorifica en nosotros, por la obra que Él hace, no por nada nuestro.  
Sólo nos queda maravillarnos de su amor tan grande hacia nosotros, sin haber nada con que podamos pagarle ni en lo más mínimo. 

"Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia." Juan 1:16 

lunes, 10 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO

“¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, Tus habitaciones, oh Israel!  Como arroyos están extendidas, Como huertos junto al río, Como áloes plantados por Jehová, Como cedros junto a las aguas.”  Números 24:5-6
Balaam, el varón de los ojos abiertos.  El profeta mercenario (que profetizaba a sueldo), fue enviado a maldecir a Israel, pero le fue impedido por el Señor.  Intentó varias veces para cumplir con quien le había pagado, Balac, el rey de Moab.  Hasta que entendió que Dios quería que bendijese a Israel.  Entonces, siendo iluminado (ojos abiertos), pero no regenerado (corazón abierto), vio la bendición de Dios sobre el pueblo al cual quería maldecir.  Es imposible que alguien viendo la obra de gracia de Dios sobre su pueblo pueda maldecirlo.  El pueblo del Señor está expuesto a sufrir toda clase de persecuciones, insultos y daños, pero también Dios se glorifica en su pueblo y es capaz de abrir los ojos de los ciegos para que vean la Gloria del Señor en la iglesia (esto es, en los creyentes). 
Cuántos ateos no han quedado admirados de lo que hace Dios en medio de su pueblo.  Hace poco leía una nota de un medio periodístico que rechaza todo lo relacionado con Dios o la religión como lo llaman ellos, donde se mostraban asombrados de cómo un atleta olímpico (el escocés Eric Liddell), a principios del siglo XX, renunció a correr una carrera en los juegos olímpicos de Paris por que caía en Domingo, y al competir en otras carreras de las Olimpiadas donde no estaba preparado para correr, ganó medalla de oro, porque “yo honraré a los que me honran” (1 Samuel 2:30).  La gracia de Dios, su bendición y santidad hacen brillar al pueblo de Dios, de manera que aún los incrédulos pueden quedar asombrados de la gran obra que ha hecho Dios con su pueblo.
Balaam exclamó: ¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, Tus habitaciones, oh Israel!
Maravillado de cómo Dios había dispuesto a su pueblo en el lugar que les prometió.  Comparó al campamento del pueblo de Israel con hermosas figuras: arroyos que fluyen, jardines junto al río, áloes plantados por el mismo Dios, grandes y fuertes cedros junto a las corrientes de aguas.  A Balaam por ese momento le fueron abiertos los ojos y vio la hermosura de la obra de Dios en Israel.
La Iglesia del Señor tiene una heredad más excelente que la Canaán terrenal.  La iglesia, el pueblo conformado por todos aquellos que se han arrepentido, han creído en Cristo para salvación y permanecen en Cristo dando fruto, ha sido sentada en lugares celestiales juntamente con Cristo.  Tiene un lugar de honra especial. Los hijos de Dios no son de la Jerusalén terrenal, sino de la Jerusalén de arriba.  Esa es nuestra patria.  Todo cristiano debiera maravillarse más de lo que Balaam estaba maravillado por las tiendas de Israel, y exclamar: “Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado” (Salmos 16:6).

El mundo puede ver la gracia de Dios en su Iglesia.  Con estas palabras nos mandó el Señor Jesús: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Mateo 5:16).  No somos salvos por obras, pero ellas son importantes para confirmar la obra de Gracia hecha por Dios en nuestros corazones.  Si Dios ha transformado nuestros corazones, lo ha transformado todo en nuestra vida, de tal modo que nuestras obras ya no deben ser malas.  Termino con las palabras del Apóstol Pablo a Tito : “no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.” (Tito 2:10).

jueves, 6 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO - Bienvenido Cristo, Bienvenida muerte


“Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra;
Porque han visto mis ojos tu salvación,” Lucas 2:29-30
Este pasaje llamado el Salmo de Simeón, nos muestra un cuadro hermoso del encuentro de un alma con Su Salvador.  Probablemente Simeón escuchó desde su niñez sobre La promesa hecha por Dios a Israel (Isaías 9:6) de que vendría un Salvador.  Ahora por fin puede ver el cumplimiento de una promesa especial que le fue hecha por el Señor a él: que sus propios ojos verían al Salvador.
Pero más que un Salvador, Simeón estaba viendo la Salvación misma, la Salvación hecha carne.  Él había tomado la Salvación en sus brazos, y estaba embelesado en esa visión celestial. 
Esta es la experiencia de toda alma salvada por el Señor.  La salvación no es un mero trámite, o un proceso frío, sino la experiencia más impactante que puede tener alguien en la vida. 
Aquellos que han visto la Salvación, que han tenido la Salvación en sus brazos, sienten que no necesitan nada más.  Simeón había recibido la promesa de que no moriría sin ver al Ungido de Dios (a Cristo).  Según se cree, Siméon sería ya un anciano, pero aún cuando hubiera sido un niño, creo que tendría la misma reacción: “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz.”  Esta es la reacción de aquellos que ven la Salvación.  Aquella revelación es tan sublime y tan maravillosa, que el hombre salvado no necesita nada más, no quiere nada más, porque ya está totalmente satisfecho.  Está preparado ya para la muerte, o lo que venga, porque sus ojos han visto la Salvación y nada puede superar a eso.  El alma está completa en Cristo, y nada le falta. 
Matthew Henry dijo respecto a estos versículos: “Los que dieron la bienvenida a Cristo, pueden dar la bienvenida a la muerte.”

Mira al Salvador, y no querrás ver nada más.  Prueba la benignidad del Señor, y todo lo demás te parecerá insípido.  Toma la Salvación en tus brazos, y nada caldeará más tu corazón que tener a Cristo en tu regazo.