"Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo." Juan 12:32.
Jesús se refiere a su muerte, y los discípulos que estaba hablando de eso. Al igual que en Juan 3:14-15, Cristo se refiere a su muerte como ser "levantado", haciendo alusión a la forma en que se realizaba la crucifixión. El condenado era amarrado o clavado sobre la cruz extendida en el suelo, y luego la cruz era levantada junto con el ejecutado. La muerte de Jesús es un hecho tan trascendente que nadie lo puede ignorar. Obviamente Jesús atrajo las miradas de todos sobre Él. Pero no solo las miradas de todo el mundo son atraídas sobre Él, sino las almas de todos los que están ordenados para vida eterna (Hechos 13:48). Para que todo aquel que fije sus ojos en el crucificado sea salvo, igual que los israelitas en el desierto cuando eran mordidos por las serpientes (Números 21:6-9).
La cruz es irresistible para los que han de ser salvos, no puede el hombre dejar de mirar aquella cruz, y al que fue en ella clavado. La cruz es tan irresistible, que aquellos que han sido salvados, quieren estar siempre cerca de la cruz, tan cerca como sea posible, tanto así que uno de ellos dijo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí." (Gálatas 2:20).
¿Por qué querer vivir tan cerca de una cruz? Porque de ella mana perdón, gracia, misericordia, consuelo, vida eterna. En ella la muerte, el pecado y Satanás son derrotados. Por eso no podemos vivir lejos de la cruz.
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