"Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos." Colosenses 3:15
Una de las Bienaventuranzas enseñadas por Nuestro Señor Jesucristo en el llamado "Sermón del Monte" (Mateo caps. 5, 6 y 7) dice: "Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios." (Mt. 5:9). Una característica de los hijos de Dios es ser pacificadores, y no personas que provoquen contiendas (Prov. 15:18). Estamos llamados a apaciguar las tormentas y no a avivar los pleitos. La paz es importante para mantener la unidad en la iglesia. Es una bendición convivir en una congregación donde no son frecuentes las disensiones sino que predomina la paz, pero para eso se necesita que haya hijos de Dios, dispuestos a calmar los ánimos. Los chismes y comentarios sin fundamento son como viruta para encender un gran fuego. La murmuración y los comentarios mal intencionados son capaces de destruir una congregación, pueden dividirla. El Apóstol Pablo también aconseja a la iglesia de Roma: "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres." (Ro. 12:18). En todo posible conflicto siempre habrá dos partes. En lo que dependa de mí, debo procurar estar en paz con todos, sean hermanos o sean incrédulos. No debemos provocar discusiones o armar pleitos por cosas que se pueden dejar pasar. Por eso dice, si es posible.
Debemos tener en cuenta que si bien la unidad y la paz son cosas que debemos abrazar y retener con fuerza, hay una mayor que estas dos, tanto así que Cristo mismo se identifica con ella, y es LA VERDAD. La verdad no puede ser sacrificada. Estamos hablando de la verdad sobre un hecho importante, algo que deba ser dicho. Estamos hablando sobre doctrinas bíblicas fundamentales, que no deben ser negadas ni ignoradas. Solo ese tipo de casos podrá admitir una excepción. El mismo Cristo que es Príncipe de Paz (Isaías 6:9), también dijo: "...no he venido para traer paz, sino espada." (Mt. 10:34). Esto último quiere decir que Dios divide a los que creen y siguen la verdad, de aquellos que creen y siguen a la mentira, no puede haber paz ni conciliación entre ellos. Pero no podemos jugar con la espada de la verdad, debemos ser sabios, y en lo posible seguir la paz con todos los hombres.
Dios nos de sabiduría.
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