"y se puso entre los muertos y los
vivos; y cesó la mortandad." Números 16:48
Éste que se puso en medio es Aarón, el hermano de Moisés y
primer sacerdote levita. El panorama que aquí nos muestran las Escrituras
es terrible. Dios mira a un pueblo rebelde, al cual continuamente él
bendice y lo rodea de bienes y misericordias, aún así permanece en su
obstinación. "Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y
contradictor." (Romanos 10:21). Es
justo que se encienda la ira de un Dios Santo que aborrece el pecado, que no
soporta ni siquiera ver la maldad.
Cuando la maldad se multiplica entre los hombres, la justa ira de Dios
se acrecienta. Vemos de manera especial
cómo el pecado de la rebeldía y la obstinación traen la ira de Dios sobre
nosotros. Todo pecado es señal de
rebeldía y porfía, ya que teniendo enfrente la palabra de Dios, y habiendo
recibido muchas veces la lluvia de gracia sobre nosotros, aún así permanecemos
endurecidos y sin arrepentimiento.
Sobre la tierra abundó el pecado, toda clase de maldad hay
en los corazones de los hombres, y va en aumento. La paga del pecado es la muerte, pero el
Señor en su gracia, mandó a uno que se pusiera en medio para que detuviera la
muerte eterna.
Cristo es la esperanza del pecador que sólo vive para
esperar que la ira de Dios le fulmine.
“Sólo
Cristo y su sangre derramada,
por tan
vil y malvado pecador,
Da perdón,
da la vida, paz y gozo
y prepara
para Dios el corazón.”
Así como en el antiguo pacto, Aarón era el elegido para detener aquella
mortandad en el campamento de Israel, hoy Cristo es aquel “elocuente mediador
muy escogido” (Job 33:23) que puede
pararse en medio del campamento de este mundo y a aquellos que tiemblan ante la
santa ira de Dios por sus pecados, puede gritarles que Dios tuvo de ellos
misericordia (Job 33:24).
Es Cristo el único que puede ponerse en medio, así como hay un solo Dios,
hay uno solo que intercede por ti, hay uno solo que murió por causa de tus
pecados, hay uno solo que resucitó para que tú también tengas vida. Jesús se puso entre muertos y vivos, pero
hizo algo mucho más que Aarón. Porque
mientras Aarón se paró en medio con su incensario (y el incienso es tipo de la
oración), Cristo al ponerse en medio de nosotros (muertos espirituales) y Dios
(que vive por los siglos), soportó en su propia carne la justa ira de Dios, y
absorvió el castigo por nuestra maldad.
Entró una sola vez sacrificándose a sí mismo e hizo perfectos para
siempre a los santificados (Hebreos 10:14).
¡Bendito Dios de toda Gracia! ¡El cordero que fue inmolado es digno de
toda gloria y alabanza!
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