"Jehová, la habitación de tu casa he amado,
Y el lugar de la morada de tu gloria." Salmos 26:8
El rey David se dirige a Dios. Es un corazón que busca a Dios, es un corazón que desea fervientemente a Dios. La inextinguible llama de la gracia de Dios arde en el corazón de David. Este es un corazón que ama el lugar donde Dios vive y se manifiesta. Sin duda, David no se refiere a la esperanza de estar un día en el Cielo, sino que se refiere al lugar espiritual donde Dios se manifiesta.
Ya que Dios no habita en templos hechos por manos humanas (Hechos 17:24), David se refiere a un lugar espiritual: La íntima comunión con Dios.
El lugar donde Dios habita, es donde podemos encontrar su Presencia. Mucho más allá de sentir algo, es donde podemos tener la convicción de que Dios está hablándonos por medio de Su Palabra, donde Dios está oyendo nuestra oración, y nuestros corazones son quebrantados. Allí vive Dios. En medio de la genuina humillación del espíritu.
David ama ese lugar, ama estar en la Presencia de Dios, donde la Gloria de Dios mora. la palabra gloria, es el hebreo "kabod", y significa peso (algo pesado), y en sentido figurado, esplendor o abundancia.
En 1 de Reyes 8:10-11 se nos cuenta que los sacerdotes no podían permanecer en pie, porqeu la gloria de Jehová había llenado el templo. Es esa clase de gloria, ese peso tremendo que no deja a los hombres actuar ni reaccionar conforme a sus emociones.
Ese lugar era el que amaba David, donde él quedara completamente anulado, donde su voluntad carnal no podía levantarse, sino que Dios controla todo.
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