"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;" 2 Pedro 1:19

lunes, 17 de abril de 2017

DEVOCIONAL DIARIO

“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;” 1 Pedro 1:13

En tiempos bíblicos, la vestimenta de los hombres no era como la actual.  Como hemos podido ver representada en infinidad de películas, series y otros, sabemos que generalmente usaban vestiduras holgadas, ropas amplias, túnicas largas.  Esta clase de ropa tenía su razón de ser, y tenía su utilidad.  Esta túnica que se utilizaba en algunos casos llegaba hasta los tobillos, por lo que obviamente podía estorbar para caminar o correr.  Así que lo que había que hacer era “ceñir los lomos”, es decir, sujetar la túnica con un cinto. Solo se usaba el cinto cuando se salía de la casa. 
Esto simboliza entonces, que así como en aquellos tiempos se sujetaba la larga túnica con un cinto, así mismo debemos también sujetar nuestros pensamientos e inclinaciones.  Sujetar es lo contrario de dar rienda suelta.  Debemos sujetar nuestra mente a la voluntad de Dios revelada en la Palabra del Señor.  No debemos dejar que nuestras mentes divaguen y anden por cualquier parte, es sumamente peligroso.  “En el rostro del entendido aparece la sabiduría; mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.” (Proverbios 17:24).  El Señor guarda a sus santos, y por eso nos ha dado dominio propio, para que nos sujetemos, y no hagamos ni digamos locuras, ni nos precipitemos.  Seamos sobrios, no extravagantes. 
Lo que nos mantendrá sujetos y sobrios, será el esperar en la gracia de Dios, esa gracia que se manifestará completamente cuando venga Jesucristo por nuestras almas, sea en el arrebatamiento o sea el día de nuestra muerte. 
Espera en la gracia de Dios que vendrá.  Descansa totalmente, recuéstate en la gracia de Dios y no te impacientes, porque Él no fallará.  No hagas lo que no conviene por desesperación, sino espera por completo en Él, porque el que ha de venir vendrá y no tardará (Hebreos 10:37).


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